(o, del Síndrome del Impostor al de Dunning-Kruger).
Algunas situaciones, tienen un alto impacto emocional en nuestro trabajo, porque nos van a medir con un número frío, que no admite términos medios o porque estamos persiguiendo nuestra propia recompensa en términos de logro, reconocimiento y probablemente compensación económica.
Bajo la presión de la métrica o del anhelado logro, podemos vernos atrapados entre estos dos síndromes, el primero, sintiéndonos poco merecedores del triunfo, y el segundo, su opuesto, excediéndonos en auto-confianza al punto de descuidar detalles importantes y conduciéndonos -en ambos casos- a resultados no deseados.
Peligrosos extremos, ¿cierto?
Entonces, ¿cómo nos podemos liderar con mayor eficacia en las situaciones que nos ponen en estas circunstancias?
Si estamos frente al síndrome del impostor, nuestro “sobre-pensamiento” y emociones asociadas, pueden limitar nuestra capacidad para tomar decisiones seguras y liderar con claridad.
Y es entonces cuando podemos preguntarnos cosas como:
- ¿Qué evidencias concretas respaldan mis logros?
- ¿Estoy minimizando los esfuerzos y sacrificios que he hecho para llegar hasta aquí?
- ¿Qué comentarios positivos he recibido de mi equipo, colegas o superiores?
- ¿Las métricas con que intento medirme, son apropiadas para la circunstancia y mis capacidades?
Podemos tener a la mano un listado de estas y otras preguntas que nos sirvan para revisar cuando sea necesario la equivalencia entre nuestro resultado y nuestra capacidad y habilidades. Y claro, ¡la lista es reutilizable para futuras circunstancias!. Aliméntala, no sólo de tus experiencias sino de las que observas a tu alrededor.
Y en cuanto a hábitos:
- Celebremos nuestros logros con frecuencia
- Hagamos de la retroalimentación una cultura en nuestra organización, porque puede ser que no solamente nosotros tengamos síndrome del impostor y la disciplina de la retroalimentación nos sirve para “sabernos” seres en aprendizaje constante
- Olvidémonos de la perfección como expectativa porque -aunque el resultado lo debemos cumplir- la definición de perfección es subjetiva y puede limitarnos la vivencia del proceso y el enriquecimiento que nos da el aprendizaje
Ahora, en cuanto al síndrome de Dunning-Kruger, nuestro exceso de confianza podría hacer que estemos subestimando la complejidad de ciertas situaciones y si nuestro objetivo no se cumple, habremos incurrido en fallas de criterio o diligencia para actuar.
Algunas preguntas que nos pueden dar mayor certeza sobre nuestro criterio y acciones, pueden ser:
- ¿Qué tan sólida y actualizada es mi experiencia en este tema?
- ¿Conozco lo suficiente o estoy involucrando a las personas cuyo conocimiento y experiencia complementen los míos?
- ¿Qué disposición tengo a escuchar opiniones de personas más expertas?
- ¿A quiénes conozco que pueden aportar con sus conocimientos en el proceso, para involucrarlos sin limitarlos con mi criterio?
De la misma manera que en el caso del síndrome del impostor, será constructivo adoptar posiciones de aprendizaje continuo en nuestro rol y en las designaciones que nos hacen como parte de cada proyecto. Es indispensable mantener el hábito de auto-cuestionarnos y cuestionar a otros, para lograr ver todas las aristas de una situación y construir un criterio unificado que nos de bases sólidas para nuestras decisiones. Y el alcance de esta auto-crítica debe llegar hasta no enceguecernos con los “halos” y egos que irradian algunos colegas, desde triunfos recientes o muy reconocidos.
Si quieres que este blog llegue a tu buzón de correo electrónico, suscríbete aquí: https://gloriacuberos.com/boletin/