¿Para qué ensayar algo nuevo?

Antes de continuar, este artículo hace referencia a otros que ya he publicado y puedes consultar en esta página, ya que estoy abordando el miedo desde diferentes perspectivas. Aquí te dejo los enlaces: https://gloriacuberos.com/miedo-en-el-liderazgo/ https://gloriacuberos.com/decir-lo-que-pensamos/

A la luz de los cambios retadores en el entorno, la economía y la política, por mencionar sólo algunas aristas de lo que nos rodea,  podemos vivir otro miedo paralizante y algo superficial, comparado con otros. Miedo a ensayar algo nuevo.

Veamos un par de retos asociados a la novedad:

¿Por qué aprender una herramienta para automatizar algo, si ya todos conocemos y dominamos el proceso a la perfección? respuesta rápida: porque la competencia lo hará y nos dejará rezagados en costos, tiempo de producción y calidad, por ejemplo. 

¿Para qué sacar una nueva línea de negocio si somos rentables, venimos en crecimiento y los socios reciben utilidades? de nuevo, respuesta rápida: para liderar y mantenernos en la vanguardia del mercado

Ensayar algo nuevo implica retar la zona cómoda, en donde nos acostumbramos a lo medianamente predecible que hemos logrado en nuestro entorno personal, profesional, laboral, de hobbies, en cualquier área de trabajo que haga sentido para nuestro desarrollo.

En su nivel más superficial, hacer algo nuevo implica no sólo cuestionarnos, sino tomar acciones diferentes a las que se esperan de nosotros. Y posiblemente fuimos enseñados a adaptarnos para encajar en los sistemas por los que hemos pasado en nuestras vidas: la familia, el barrio, el colegio, etc. Parece que “encajar” se volvió un hábito para nosotros. Adicionalmente, es probable que ya tengamos una reputación construida de muchos éxitos y el posible fracaso que implica tomar el riesgo, pensamos que podría empañar esa reputación.

¿Acaso el único resultado que podríamos obtener de una innovación es el fracaso? ¿Y si así fuera, no sería una lección para mí y para quienes me rodean? Con toda seguridad estamos dando la lección de atrevernos. Entonces hacer algo nuevo puede aumentar nuestra lista de éxitos, inclusive con la reputación de que tenemos el coraje de ensayar.

Una tendencia biológica natural de un ser humano, es la de hacer más con menos. 

Entonces no podemos perder esta perspectiva y debemos ubicarla correctamente en el tiempo: Podemos querer hacer más con menos hoy y no hacer nada, logrando que en unos meses o años, la competencia nos devore o…. podemos estar dentro de un año (el tiempo que tome el proceso de automatizar o innovar, para nuestros ejemplos) haciendo más con menos. En el primer caso el logro será reenfocar la capacidad humana hacia otras actividades habiendo ganado eficiencia, reducción de costos y calidad. En el segundo, aumentar la recompra de clientes porque diversificar nuestro portafolio, reduce la tensión de los altos costos de adquisición de nuevos clientes en un mercado en el que la frecuencia de recompra de nuestros clientes es baja y aumenta los pilares de sostenibilidad del negocio.

Aunque queramos hacer más con menos, desafiar el status quo como lo propongo y ponerse en la tarea de transformar, siempre va a implicar invertir energía en estudiar, aprender, practicar, integrar hábitos, enseñar a otros, investigar…. y hasta en superar el fracaso si sobreviene. Es el precio que pagamos por actuar y  que debemos asumir como opuesto al costo que asumiríamos si el mercado nos lleva por delante.

Finalmente, superado el ciclo de la automatización o la innovación de los que venimos hablando, tendremos que trabajar en el siguiente ciclo de buscar hacer más con menos. Porque lo único cierto en el mercado es la incertidumbre y no podemos darnos el lujo de no atrevernos a ensayar, a experimentar, a fracasar o, a ser exitosos con la mejor gloria de todas: haberlo intentado. Hacerlo, además de lo que logremos, es la forma de cultivar virtudes que se apoyan en la inteligencia emocional, como la paciencia, la persistencia y la resiliencia. No se puede dar cátedra sobre estas virtudes, hay que vivirlas y desarrollarlas.

Me atengo a una frase popular que reza: “uno no se arrepiente de lo que hace, sino de lo que no hace”. ¡Hagámosla una premisa de vida!

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