Miedo a la autenticidad y a la vulnerabilidad

El temor a reconocer nuestras debilidades y vulnerabilidades, crea distancia con quienes nos rodea y nos impide liderar con eficacia. La autenticidad permite que creemos conexiones genuinas que nos permiten comprender a los otros, conectar y liderar.

Desde muy joven, aprendí a buscar soluciones técnicas y tácticas a los problemas, haciendo que encontrar soluciones únicamente dentro de mi capacidad intelectual, el conocimiento aprendido de otros o en los libros fuera un hábito. La reflexión, convocada por mis padres y maestros, era más un instrumento para actuar dentro de principios éticos y valores morales, que para desarrollar espíritu crítico y criterio propio sobre problemas complejos sobre todo, si involucraban los actos de otras personas.

Ante cualquier dilema o cosa desconocida, mi estrategia era preguntar a otros, imitarlos, buscar en los libros, y mis reflexiones, cuando se tratara de movilizar a los demás tendieron únicamente mantenerme dentro de parámetros morales más que a expresar lo que pude considerar como antagonismos hacia ellos o debilidades mías.

En el largo plazo, lo que estaba haciendo era desaparecerme de la posibilidad de que mi conocimiento, mi criterio y mi sentir fueran considerados, vistos y valorados y de muchas maneras encajé en lo que se esperaba de un profesional que trabajaba para cierta marca, o suscrito a los criterios de cierto jefe o graduado de tal universidad.

Y poco a poco me fui llenando de máscaras, no sólo profesionales, sino también personales. Y luego encontré los libros de liderazgo hablando de que había que ser auténticos. ¿Qué es ser auténtico? ¿Cómo se hace eso? Parecía extraño que alguien tuviera que recomendarnos ser auténticos como si no fuéramos como éramos. Y según lo que dije antes, yo no era.

Las respuestas fueron difíciles para mí por mucho tiempo, porque mi ego estaba hecho de esas máscaras. Hoy sé que un ego funcional es el buen concepto que puedo tener de mí misma y que me sirve para relacionarme con el mundo exterior

¿Cómo voy a ser auténtica y admitir que no tengo el conocimiento para hacer algo que me han encargado? ¿Cómo voy a ser auténtica con ese gerente al que no le creo lo que dice para rebatirlo, modificarlo y hacer un nuevo acuerdo de trabajo? ¿Cómo luciré ante los demás admitiendo que me he equivocado? Fueron preguntas que no pude responder con facilidad.

Mientras buscaba las respuestas, pude interactuar en lo personal y en lo profesional con personas que admitieron sus debilidades frente a otros, su desconocimiento en algunas áreas de materias en que eran reconocidos como expertos y fueron capaces de pedir ayuda. No los vi emocionalmente alterados cuando admitieron sus debilidades. Su manera de proceder reflejaba auto-conocimiento, comprensión y aceptación de quienes ellos mismos eran.

De cualquier manera y con el hábito obsesivo de arreglarlo todo, cada vez que me encontré algo que consideré una vulnerabilidad, trabajé para que no se viera como tal. En algunos casos, trabajé no para que no se viera, sino para superarla. Y el resultado fue construir hacia mi mundo la imagen de una “chica super-poderosa” a quien no le queda grande nada. Ella estaba hecha de máscaras. Y al momento de buscar la autenticidad, tuve que pasarlas por un filtro para encontrarme conmigo misma. Es cierto: había ampliado mis límites, me había fortalecido en muchas cosas, pero también tuve que aprender a reconocer mis vulnerabilidades viviéndolas cada vez que me las encontraba, como experiencias que me hacían más fuerte cuando las exponía.

Esto es lo que cuando estamos gobernados por el ego, no sabemos hacer. No soy tan osada como para declarar que ya no tengo nada de las máscaras que una vez tuve, pero sí disfruto de ser cada vez más auténtica. Y las vulnerabilidades alimentan a la chica super-poderosa, riéndome de mí, aprendiendo de lo que no sé y pidiendo ayuda, cosas que antes consideraba, me harían lucir débil. Poco a poco, cerraba la brecha que internamente sentía entre la Gloria que era y la que se mostraba. Curiosamente, reconocer y aceptar las vulnerabilidades nos hace más fuertes, algo que un ego mal construido no sabe y no se atreve a vivir. Ese mismo ego evita que los demás se acerquen y se queden en el equipo. Se convierte en la vulnerabilidad misma que nos destruye como líderes. 

La autenticidad otorga relevancia. Tomar la palabra y la visibilidad ante los demás con mi punto de vista y mis acciones hace considerar diferencias, fomenta la conversación y el aprendizaje, crea conexión y unión como lo explica correcta y jocosamente Brené Brown en su reconocida charla TED sobre el Poder de la Vulnerabilidad: https://youtu.be/iCvmsMzlF7o?si=QKPa_yGwIS48pnZl. Ella dice que a partir de entendernos a nosotros mismos, experimentamos la compasión ante las situaciones que nos aquejan y aprendemos a experimentarla hacia los otros, creando las verdaderas uniones de largo plazo.

Hay muchas maneras de proceder con egos mal construidos: no escuchar, imponer, vanagloriarnos con tener la razón, no atrevernos a proponer ni a actuar, hacer solos el camino cuando lo haríamos más enriquecido, productivo y satisfactorio acompañados por un equipo conocedor y competente construido en confianza a partir de conocer y compartir vulnerabilidades.

No tengo la fórmula mágica de la autenticidad para presentarla aquí. De hecho, cuando me encontré con los escritos de ser auténtico para liderar, me pareció extraño que nos tuvieran que decir que fuéramos auténticos. Ignorando mis propias máscaras yo creía que era auténtica. Pero en algún momento sí pude notar que me empeñaba a toda costa en cubrir mis ignorancias, mi auto-duda y mis equivocaciones….las que un día tuve que aceptar como vulnerabilidades. 

¿Cuánta energía nos toma a diario sentirnos unos y proyectarnos otros? y si esto es permanente, y si sucede en nuestra casa y oficina, ¿la angustia, la arrogancia, el miedo y otras emociones que creamos por mantener la máscara, nos enferman? ¿nos dejan pensar bien? ¿somos felices? ¿Es productivo fallarnos a nosotros mismos para conseguir el resultado? ¿Cuánto dura el resultado?

Mantenernos en la máscara, poner distancia con los demás y permanecer ahí, creará resistencia, en el largo plazo resentimiento y al final -si somos afortunados- la indeseada rotación de personal. Y digo si somos afortunados, porque tampoco es deseable vivir en el ambiente hecho de egos que se estrellan; puede ser peor a hacer que la gente se vaya pero en todo caso, ambas situaciones contribuyen a la desmotivación grupal e improductividad laboral.

El objetivo es vivir una experiencia, aprender, construir, practicar aceptación, resiliencia y perseverancia -de lo que he hablado en otros escritos- y convertirnos en un referente de liderazgo en el entorno en que nos desenvolvemos. Y también -repito desde otros escritos-, no se trata de ser un referente de liderazgo por el ego de ser admirados y tampoco para tener personas a cargo, sino para inspirar a otros con nuestra acción e impulsarlos con el servicio que les prestamos, enseñándoles y compartiendo nuestras experiencias conectando y liberándonos de las tensiones que crean las distancias puestas desde egos mal concebidos.

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