La jaula de las creencias

Hacemos aquello en lo que creemos, pero no todas las creencias nos conducen a lograr nuestros objetivos. ¿Qué creencias debes cuestionar hoy para avanzar?

¿Qué quieres hacer? Me preguntó Gabi un día en su oficina, cuando nos referíamos a uno de posibles roles que yo podría asumir el siguiente año fiscal. Me quedé perpleja. ¿Por qué mi  gerente me preguntaba yo qué quería hacer, cuando yo aprendí en mi casa que yo tenía que ser buena para aquello en que me pusieran a trabajar? Yo había firmado un contrato de trabajo que decía que desempeñaría las funciones que mi empleador me asignara. Hasta ese momento, siempre había pensado que esa decisión no la tomaba yo. Me costó trabajo responder.

El párrafo anterior habla de una de las muchas situaciones que revela que vivimos en automático, esperando muchas veces a que otros decidan por nosotros. O muchas decisiones las construimos con las creencias que acumulamos mientras crecíamos: sé educado, sé responsable, responde cuando te preguntan… tendremos miles y muchas valen para siempre, otras deben ser cuestionadas, re-planteadas.

Una jaula es una estructura tridimensional, definida por barrotes o varas de material sólido en la que se puede encerrar cualquier cosa por muchas razones. Podemos encerrar objetos para cuidarlos y protegerlos de dañarse, romperse, desportillarse y por lo general, seres animados (animales o personas) procurando que no escapen, no se hagan daño, no les hagan daño, etc.

A medida que crecemos hacemos barrotes con lo que aprendemos de otras personas o de nuestras propias experiencias. Los barrotes más fuertes vienen de experiencias repetidas, emocionalmente fuertes o lecciones que nos dieron personas a quienes queríamos. Nuestras emociones plácidas o difíciles apropian los barrotes como suyos, para aprender a responder a estímulos parecidos a las experiencias vividas o a esas lecciones que recibimos de otros.

Con esa jaula nos auto-definimos y decimos que no somos buenos para correr tras la pelota, nos encantan los helados, somos buenos para matemáticas y detestamos la geografía. Nuestra mente, inquieta siempre, encuentra en estas características la tranquilidad de saber quiénes somos. Y cuando ya tenemos uso de razón y capacidad para decidir, andamos con las definiciones de una jaula construida por nosotros.

En el proceso de crecer, hacernos a nosotros mismos y adueñarnos de nuestros destinos, tenemos que aprender que la vida, como nosotros es fluida. Que lo que vemos y tenemos en frente no es fijo y no siempre será igual y que además, tenemos la capacidad de transformar muchas realidades propias y de otros.

A un ser preso se le priva de la libertad y buena parte de su vida se convierte en indigna. Permanecer en nuestra jaula de creencias nos quita libertad de confrontar, experimentar, aprender, decidir, actuar e influir. Es difícil observar nuestras creencias para contrastarlas con la realidad,  observar otras realidades y contemplar posibilidades más allá de nuestro alcance. Porque nos acostumbramos a la jaula y cuando no nos falta lo escencial de nuestras vidas como quiera que lo hayamos definido (una familia, un trabajo que da el salario, techo, salud y alimento) no vemos necesidad de cuestionar las creencias.

¿Qué crees que debes hacer para levantarte temprano e ir al gimnasio en las mañanas? Pregunto en sesión de coaching. “Creo que debo poner el despertador y hacerlo”. Evidentemente sí, así es… pero esta creencia es impositiva y por eso, a quien en esto se debate, no se le da levantarse para ir al gimnasio. ¿Para qué te serviría levantarte al gimnasio todos los días? Para ser disciplinado. Esto también es cierto. Sin embargo, las dos respuestas no dan significado ni valor suficiente a quien así responde para que verdaderamente tome la decisión de ir al gimnasio. Es necesario preguntar varias veces más. Hasta que lleguemos a “que hacer ejercicio me da energía” (esto supone que haya tenido la experiencia en otras ocasiones) o a “que comprendo cómo le haría bien fisiológicamente a mi cuerpo obtener tal o cual capacidad fisiológica” … podría ser una razón que sirve a quien se apoya en datos científicos para tomar ciertas decisiones o a “estar bien fisiológicamente me dará más energía para jugar deportes con mis hijos que están creciendo”. Todas las respuestas tienen emociones asociadas y la última es poderosa en el amor filial. Puede ser una que movilice con más fuerza que las otras y en todo caso, qué tanto movilice depende de quién responde, de sus objetivos y valores, de sus circunstancias, de sus posibilidades y de los problemas que le están tallando.

Reconocer que siempre obramos guiados por nuestras creencias, no es fácil cuando nos hemos acostumbrado a ser como somos. Lo grave es que muchas de ellas no son verdaderamente nuestras, son las que nos enseñaron otros y creemos que hay que hacer muchas cosas porque “toca”, derivando en ello un sentido de obligación e imposición que genera frustración, angustia y sensación de poco control sobre nuestras vidas. Y cuando son propias, creadas por experiencias que suponemos se van a repetir, obramos bajo criterios que aplicaron una vez en nuestra vida y no aplican hoy, muchas veces también obteniendo resultados indeseados.

El ejercicio propuesto es entonces, desafiar cada barrote de la jaula, en ciertos momentos y guiados muchas veces por la búsqueda de objetivos nuevos, satisfacciones nuevas y cambiarla por un marco de referencia flexible, adaptable en el tiempo a las circunstancias, para hacer de cada momento de nuestra vida un momento decidido a consciencia de lo que nos da mayor satisfacción, bienestar y placer. Puede ser que las tres palabras evoquen descanso y vacaciones. Sin embargo, satisfacción es trabajar en lo que me hace feliz y me hace crecer personal y profesionalmente; bienestar, puede ser aprender para ser bueno en mi trabajo; placer puede ser enseñar o liderar a otros. Las motivaciones son propias y está en nosotros cuestionarnos y decidir conscientemente a cada momento nuestro rumbo. No en piloto automático y definitivamente no, dentro de la jaula de las creencias.

¿Cómo les va a ti y a tu equipo, reformulando creencias para adaptarse al entorno retador y cambiante que vivimos?

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