Lecciones de vela

Hay pocas formas de saber realmente lo que se requiere cuando trabajamos en equipo, a diferencia de cuando trabajamos individualmente, como cuando practicamos un deporte de equipo.

 Hay pocas formas de saber realmente lo que se requiere cuando trabajamos en equipo, a diferencia de cuando trabajamos individualmente, como cuando practicamos un deporte de equipo.

Hace algunas semanas, hicimos una práctica en varios veleros con amigos. Cada velero llevaba un capitán, una persona con por lo menos 20 años de experiencia en estas lides, a quien, como primera medida teníamos que escuchar y hacer caso oportunamente.

¿Sabemos qué pasa cuando no reaccionamos a tiempo? El viento, el agua o ambos cambian y la instrucción puede no ser buena para el minuto siguiente, si fue que dejamos pasar un minuto.

Si vamos a ser equipo de ese capitán, él no está esperando repetir instrucciones. Así que, tratando de hacer algo de mindfulness, podremos estar en el aquí y el ahora, gobernándonos a nosotros mismos, el primer paso para ser líderes. Gobernarnos a nosotros mismos incluye:

  • Estar al tanto de la terminología en que nos van a hablar (en la corporación, ¿cuál es nuestro tema? ¿está en nuestra experiencia? ¿lo hemos estudiado antes?) y de nuestro rol. Revisar con el capitán, antes de la salida, los términos y los acuerdos de trabajo. Hay que aclarar las dudas antes de comenzar.
  • No extralimitarse de funciones. El capitán tiene muy claro quién tiene las escotas (las cuerdas), quién es responsable del spinnaker (me lo aprendí: la vela que facilita el empuje del barco en la dirección deseada), quién del timón y a quién puede mandar a un lado o al otro del barco (a babor y a estribor)  a hacer contrapeso cuando el barco escora (se inclina de lado y creemos que le va a entrar el agua). Si intentamos hacer lo del compañero, interferimos en una comunicación entre dos, que ya tiene una expectativa clara: lo que el capitán desea y lo que el compañero sabe que es su función. Y arruinamos todo, igual que el compañero extralimitado de la oficina que “sabe mejor que nosotros qué hacer”. Una lección de humildad.
  • No aceptar distracciones. En la salida, no hay lugar a utilizar celulares, tenemos pocas selfies del acontecimiento, porque estábamos en primera línea, para hacer lo que fuera necesario al llamado del capitán. Aquí no tenemos, como en la empresa, la oportunidad de terminar la reunión y decir “¿qué era lo que me tocaba hacer a mí?” o “¿qué fue lo que dijeron?” porque estuvimos durante la reunión atendiendo correos y mensajes instantáneos, labor que con un poco de organización y reconocimiento de que la mayoría de las cosas que están fuera de la experiencia, pueden esperar hasta que esta termine, asegurándonos de que en la reunión aportamos todo cuanto nuestro saber tiene o recibimos toda la información necesaria para continuar con nuestras labores de la semana.
  • No nos concedemos la indulgencia de desatender el puesto por comer. La alimentación tiene un momento antes o después de la experiencia, como en la vida corporativa en que las pausas activas, también pueden servir para nutrir adecuadamente nuestro cuerpo, la maquinaria que nos permite realizar las labores de nuestro rol.
  • Reportar oportunamente los inconvenientes. El capitán sabe más. Tiene más conocimiento y experiencia y tiene la responsabilidad de dirigir las  navegación hasta lograr el objetivo, en el menor tiempo posible si es una competencia y sorteando exitosamente las dificultades del camino. Sin embargo, no es omnipresente ni omnipotente. Estar atentos a una boya (un punto de referencia en el agua), a los cambios y a los riesgos y ponerlos en su conocimiento, permitirá que -con adecuada comunicación- se tomen las  decisiones pertinentes del equipo de manera oportuna. ¿Cuántos incidentes se pueden “atajar” en el trabajo si levantamos la mano a tiempo? Es la mejor manera de reducir su impacto negativo, que muchas veces se paga con pérdida de clientes, reputación y dinero.
  • Aceptar otros roles. Otro ejercicio de humildad, necesarísimo cuando trabajamos en grupo, es aprender a soltar un rol y ejercer otro. Porque el capitán pidió, porque el compañero se lesionó, porque necesitamos aprender para cuando un día estemos solos en ese nuevo rol, por infinidad de razones. Y aceptar ese momento, también puede hacerse con la humildad que nos predispone a aprender.
  • Pedir y dar ayuda. Así como es de inconveniente interferir en las labores de otros, es indispensable ser oportunos para pedir ayuda a quien nos la puede dar y estar dispuestos a recibirla cuando nuestra tarea se salió de nuestras manos, por cualquier circunstancia. Somos humanos y un momento de pérdida de control de la situación no nos hace menos capaces, nos hace vulnerables y cualquier compañero desde la compasión y la solidaridad nos puede apoyar, porque por encima de todo, está una travesía con final feliz (resultados cumplidos) y experiencia satisfactoria.

No me resta de esta experiencia sino compartir que, hablando con el capitán de mi barco, él concluyó que nuestra comodidad en tierra puede obedecer a que no sentimos en riesgo nuestra integridad personal. Sin embargo, le compete a nuestro liderazgo conocer en todo momento los cambios del mercado, las circunstancias y la economía, buscando los vientos más favorables a nuestra estrategia para ser exitosos en cada travesía empresarial que abordamos.

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