¡Cuántas cosas nos damos cuenta al cabo de los años que no hicimos, simplemente por MIEDO!
“Cuando tienes miedo échate al agua”, dice un conocido refrán. Y pienso que debemos ser conscientes de nuestros miedos, para evitar paralizarnos ante las circunstancias, muchas de las cuales no son sólo oportunidades para conseguir objetivos sino también para construirnos a nosotros mismos.
Quienes hacemos coaching individual, sabemos que debemos preguntar hasta llegar a cualquier emoción paralizante que, con frecuencia es “hija” del miedo, la emoción básica más potente. El miedo sólo intenta protegernos de experiencias que en otro momento de nuestras vidas nos hicieron daño o se han convertido en creencias limitantes pero son sólo eso: creencias que podemos cuestionar y transformar. Esas creencias se fueron «acomodando» en un sistema que «quiere hacer fácil nuestra vida» haciendo que tomemos decisiones sin pensar mucho. Sin embargo cuestionarlas cuando nos están limitando, nos permite identificar nuevos caminos y oportunidades para actuar.
“¿Miedo yo?” Me puedes decir aunque seas un presidente de corporación. “¡Mira hasta donde he llegado….!” y sigue toda la retahíla de explicaciones y hechos que demuestran que quien así se defiende, ha tenido que dar muchas batallas, unas exitosas y otras que -positivamente hablando- construyen su bagaje de vida, su experiencia personal y profesional.
Claro, que aunque hayamos sentido miedo, hemos construido resiliencia y la capacidad de dar muchas peleas. Pero yendo a nuestros conocimientos básicos de biología, no olvidemos que “cerebro reptiliano” tenemos todos y por muchas conquistas profesionales que hayamos logrado, no carecemos de miedo. Es más, a veces hemos triunfado, porque tenemos miedo de ser como algún modelo fracasado que conocemos por ahí o porque nuestro temor a sostener conversaciones difíciles con nuestros seres más queridos nos lleva por el camino de trabajar largas evadiéndonos en lo personal y conquistando profesionalmente éxitos vacíos. Una experiencia insatisfactoria de la existencia.
Y aquí viene una verdad incómoda: los miedos personales también operan en el contexto empresarial.
Pensar que las emociones se quedan en casa es un error. Están presentes todo el tiempo y sería un grave error ignorarlas. Por el contrario, lo estratégico y sano, es reconocerlas y gestionarlas con inteligencia emocional.
En la siguiente publicación (en dos semanas) iniciaremos hablando de algunos miedos, con el fin de poder reflexionar cómo nos frenan a profesionales, líderes y equipos; para que los podamos comprender, y en muchos casos usar a nuestro favor.
Mientras llega ese momento, ve haciendo una lista de los miedos que identificas en tu quehacer diario. Será enriquecedor leer también acerca de tus propias experiencias.
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