¿Perseverantes o tercos?

Podemos ser perseverantes, pero mantenernos vigilantes de las señales por el camino y hacer los ajustes nos hará exitosos

Perseverar, es una de las características deseables en un líder que tiene presión por los resultados y más aún, cuando se trata de innovar en la empresa. Sin embargo liderar sin observar las señales que encontramos por el camino y atrevernos a cuestionar nuestras definiciones del comienzo es una señal inequívoca de terquedad

Tanto la terquedad de no hacer cambios como la parálisis por análisis derivada de cuestionarlo todo, porque es sabio cuestionar, son riesgos que nos pueden llevar no sólo a no lograr el resultado, sino a conseguir lo opuesto.

Nuestro pensamiento dicotómico tiende a llevarnos a hacer un plan que suponemos nos va a llevar al éxito si lo seguimos al pie de la letra o al fracaso si no. Y en nuestro entorno complejo y cambiante, es posible que lo mejor sea estar preparados para ajustar con frecuencia el plan, las decisiones y aún las estrategias. Así, y para no caer en la trampa de seguir el único camino que previmos sin variaciones, puedo sugerir algunas acciones y comportamientos que nos permitirán hacer el camino con mayores certezas y probabilidades de éxito.

    • Lo primero, concientizar a cada uno de su rol y de lo que esperamos que nos aporte.
        • Además de lo que nos aportan con su conocimiento, capacidad y experiencia, las personas de nuestro equipo deben cultivar espíritu crítico en todo lo que les compete ya que eso nos permite delegar con confianza en personas que por tener ópticas diferentes, ponen ante nuestros ojos los puntos ciegos.

        • La volatilidad del entorno, en los roles no operativos de nuestra organización, no da para que los miembros de nuestro equipo asuman sus funciones pasivamente, recargando la responsabilidad de las decisiones y los resultados en nuestros hombros, asunto que cuando menos genera tensiones de equipo y cuando ocurren en exceso, atentan contra nuestra salud porque aumentan nuestro estrés.

    • Lo segundo, frente a la planeación y a las reuniones periódicas de seguimiento, tener matrices de riesgo documentadas y actualizadas, para que todos seamos conscientes de cómo se ven los obstáculos posibles, dónde podríamos encontrarlos y las maneras de abordarlos con el menor impacto posible en el curso de acción y resultados deseados. Importante en este punto: actualizar. Un proyecto que lleva tres meses, no puede basar su estimación de riesgos hoy sobre un documento inicial que no ha pasado por revisión.

    • Lo tercero, hacer de la comunicación fluida una disciplina de equipo.
        • Las puertas abiertas de nuestra oficina, si es física o responder llamadas en caso contrario, deben ser un acuerdo tácito que fortalezca la confianza de todos en que van a encontrar solidaridad y retroalimentación oportunas en cualquier miembro del equipo.

        • Se debe tender a reducir las acciones basadas en el paradigma dicotómico que narraba al principio (terquedad), en nuestras creencias previas (terquedad también), en éxitos anteriores (ego) o en teorías (prejuicios) y en la necesidad de tener la razón (ego que conduce a terquedad).

    • El cuarto punto, cultivar en nuestro equipo y claro, en nosotros mismos, la capacidad de la escucha activa, que tanto promovemos y tendemos a perder frente a las permanentes demandas del entorno por nuestra atención. Puedo dividir esta capacidad en dos aspectos:
        • uno, la disposición en sí misma a escuchar, que debe partir de la humildad de aceptar que “no nos las sabemos todas” y así, debemos estar dispuestos a ser permeables a la información que recibimos, para pasarla objetivamente por el tamiz del conocimiento, la experiencia y los criterios de éxito.

        • Y el segundo, controlar la cultura de la interrupción…. no la de que nos interrumpan lo que estamos haciendo, la conversación, la llamada inesperada…. éstas las podremos abordar en un taller de cultura organizacional a su debido tiempo. Me refiero a controlar nuestra cultura propia de interrumpir la comunicación filtrando lo que escuchamos con nuestras creencias sobre cómo deberían ser las cosas, prejuicios sobre quien nos las hace ver y pensamientos que nos desenfocan, como el apremio que hemos adoptado por la siguiente tarea por hacer. 

El éxito para lograr nuestros objetivos con perseverancia sin incurrir en terquedad, está aplicar los puntos anteriores reiteradamente, modificando pequeños hábitos y acciones y celebrando las victorias junto con la sabiduría adquirida por el camino.

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