“Pedro es muy diligente”. “Juan es un poco desordenado”. Son afirmaciones que -sin temor a equivocarnos- podemos decir en cualquier contexto, categorizando y encasillando a las personas en una característica inamovible de su personalidad o capacidad profesional.
Si lo vemos en un plazo más amplio que el momento en que lo hacemos, una clasificación de las personas no aporta mucho valor. Por el contrario, sí hace que quienes le rodean, empiecen a fabricar una imagen con nuestra ayuda. Y de nuevo, ¿qué aporta una clasificación? En realidad, nada. Es una conversación vacía cuando no dañina.
He hablado bastante del cambio que podemos hacer en nosotros mismos como parte de nuestro crecimiento y auto-liderazgo. Sin embargo, también -como líderes- parte de nuestras responsabilidades es eliminar el etiquetado a las personas, inspirando y estimulando en ellos su crecimiento y cambio, para que logren sus aspiraciones profesionales y personales.
Etiquetar a otros, no sólo los condena a vivir en un estigma que les construimos, sino que delimita sus posibilidades de ser involucrados por otras áreas, líderes o compañeros de trabajo en proyectos por venir.
“Pero Gloria, ¿y qué hacemos con alguien que con recurrencia muestra un comportamiento o una inhabilidad que puedo describir con una palabra o frase muy sencilla?”
Sugiero tener conversaciones constructivas que busquen que el otro de respuestas. Podemos apoyarnos en preguntas como:
- ¿Cómo se llegó a esa situación?
- ¿Qué conocimiento o experiencia previos fueron útiles para abordarla?
- ¿En qué se diferencia esta situación de otras que habías vivido previamente?
- ¿Qué no funcionó?
- ¿Qué conocimientos o recursos requerirías para situaciones futuras similares?
Preguntar a nuestros liderados, hace parte de las herramientas que estimulan en ellos la creación de soluciones diferentes a las que acostumbran y por supuesto su crecimiento profesional. Ayudará a que las personas del equipo:
- Tomen conciencia de las situaciones que condujeron a la conducta o al resultado
- Apropien aprendizajes que puedan ser aplicados a futuro
- Desmitifiquen lo que no pudieron hacer, evitando que se pongan etiquetas limitantes
- Definan planes de acción para entrenarse en otros conocimientos y habilidades
- Busquen apoyo del equipo para complementar habilidades propias y fortalecer los lazos emocionales y de respeto y confianza profesional
- Entiendan que los cambios buscados requieren de un proceso que se da por pasos y requiere tener paciencia consigo mismos
Estos ejercicios a conciencia, expanden los límites de las personas, crean engranajes de soluciones nuevas y fortalecen la confianza y lazos de las personas del equipo de trabajo para el crecimiento y desarrollo del grupo.