Hubiera y debería

Inspiramos a nuestro equipo cuando no los orientamos por nuestro criterio y experiencias pasadas pero sí aceptamos sus

Estas dos palabras son reveladoras de la baja aceptación con que vivimos el momento presente. Y por ello, es necesario que vivamos la vida en la conciencia de que cada minuto es invaluable y lo que hagamos con él, no lo vamos a cargar de arrepentimiento y frustración en el primer caso o insatisfacción en el segundo.

Miremos hubiera: Hay una famosa frase que dice “uno no se arrepiente de lo que hace, sino de lo que no hace”. Entonces, en el momento de tomar las decisiones, me caben preguntas como:

¿He tenido en consideración todos los criterios necesarios para tomar la mejor decisión posible?

  •  ¿Mi proceso de decisión ha tomado en cuenta la opinión de personas más expertas o involucradas con el tema, para asegurar una visión integral del asunto?
  • Si debo tomar la decisión, con factores aún desconocidos, que pueden desviar el resultado hacia lo imprevisto, ¿qué implicaciones tiene para mí aceptar esos imprevistos?, ¿cómo me voy a sentir frente a éstos?
  • ¿Qué acciones debo tomar conscientemente para reducir la posibilidad de que se materialicen los riesgos?
  • Las preguntas son variadas -deben serlo- buscando ser exhaustivos en nuestro sentido de responsabilidad y compromiso con el éxito de lo que estamos haciendo.

Orientándonos bajo un esquema de preguntas correctas, la autovaloración de nuestra gestión puede contener las siguientes dimensiones:

  • Satisfacción por haber empleado lo mejor del conocimiento, experiencia y recursos al alcance de nuestras posibilidades
  • Garantía del mejor resultado posible porque se cumplíó con la debida diligencia
  • Mantenimiento de nuestra identidad de líderes responsables frente al equipo y ante nosotros mismos
  • Capitalización de los resultados obtenidos en aprendizaje, cuando nuestro resultado haya sido divergente de lo esperado

Y en cuanto a debería:

Es natural que circunscribamos a los “deberías” las situaciones en que realmente tenemos que cumplir una normatividad, nuestros procesos de calidad, nuestros niveles de servicio al cliente entre muchas de las obligaciones que nos corresponden.

Saliendo de este marco, nos sobran deberías, cuando queremos orientar la acción de otros únicamente bajo nuestro criterio que muchas veces, por la simple ascendencia que tenemos sobre nuestros liderados, se convierte en obligación.

  • ¿Quién es feliz y productivo cuando es obligado y forzado?
  • ¿Acaso, la fuerza despierta en los otros la creatividad requerida?
  • ¿Expandimos los límites de nuestros liderados, encasillándolos en nuestra opinión?
  • ¿Con qué emoción se moviliza alguien a quien enrutamos por nuestros “deberías”?
  • Deberíamos entonces… ¡No, mentiras!.

Sugiero, evaluemos, consideremos opciones de comunicar que estimulen la mente y las posibilidades de aquellos que están en sus roles para aportar valor, no para sentirse inseguros, castrados, desmotivados.

Y preguntar, siempre es una opción para enriquecer la discusión con quienes nos rodean y llevarnos al aporte de todos, consolidando la mejor alternativa posible:

  • ¿Cuál crees que es la mejor alternativa de solución?
  • ¿Qué soluciones considerarías y cuáles descartarías y por qué?
  • ¿Qué es lo peor que puede pasar si escoges esa alternativa?
  • ¿Cuál es el mejor equipo que puedes conformar para lograr ese objetivo?
  • ¿Con qué criterios puedes completar tu análisis?

Aclaro, que la cultura, también “DEBE SER”.

Y aún así, dentro de la misma, nuestra labor es invitar a la creatividad mediante sugerencias, consideraciones y preguntas estimulantes antes que bajo orientaciones preconcebidas que no sólo hacen que el individuo se sienta forzado, sino que invitan a una contribución mínima, en un entorno evolutivo en donde queremos que esté despierto a las oportunidades que él ve y no a cómo resolvimos nuestras oportunidades que ya pasaron.

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